Fiestas tradicionales

 

Corpus Christi es la fiesta de Cuerpo y la Sangre de Cristo, de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Este día, recordamos la institución de la Eucaristía, que se llevó a cabo el Jueves Santo, durante la Última Cena al convertir Jesús el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre.
En Vitigudino, esta tradición centenaria, es la fiesta por antonomasia de la localidad. Se realizan diversas celebraciones durante estos días, como las vísperas que se celebran el miércoles y el sábado. El Jueves de Corpus se celebra la Eucaristía con la posterior procesión alrededor del pueblo al son de las campanas repicando, la gaita y el tamboril y un sublime aroma a incienso; realizando oraciones en los diversos altares adornados con flores y tomillo, en los que se colocan los niños nacidos durante el año, para ser bendecidos. El Domingo de Corpus se vuelve a conmemorar la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo, al unísono que el resto del mundo cristiano, celebrando una Eucaristía y procesión alrededor de la Iglesia Parroquial.
Estos actos son presenciados por todos los miembros de la Cofradía del Santísimo y vecinos de la Villa, que entonan cánticos como el Pange lingua, Tamtum ergo o Cantemos al amor de los amores, en unos días que conjugan los actos religiosos y lúdicos.
Los actos lúdicos comienzan el miércoles de Corpus con el lanzamiento de cohetes y bombas, así como la Capea Nocturna. El Jueves de Corpus ha pasado de ser un día exclusivamente dedicado a las celebraciones religiosas por la mañana, a convertirse en la tarde de las Peñas, en la que todas ellas desfilan con distintos disfraces, carrozas y complementos. Tras los que se celebra el Encierro a Caballo. Por la noche tenemos verbena en la Plaza de España.
El viernes y el sábado a mediodía se celebra cada día un encierro urbano por las calles del pueblo, por la tarde Capea en la plaza de toros y verbena en la Plaza de España por la noche.
El domingo una capea de madrugada (vaquilla del aguardiente) y un encierro urbano cierran el ciclo de festejos.

El 15 de agosto se celebra el día de la Virgen del Socorro. A lo largo de varios días vamos a encontrarnos con varios festejos: religiosos, taurinos, bailes populares, deportivos (campeonato de futbito, fútbol), verbenas (en la plaza del pueblo e incluso en la plaza de toros), exposiciones, actividades para niños, atracciones de feria, etc.
Los orígenes de las ferias se sitúan, según D. Francisco Encinas en la "extendida y grande devoción que de tiempo inmemorial se ha tenido a la Virgen del Socorro, cuyo nombre lleva, la necesidad de comprar alimentos los romeros que no tuvieran parientes ni amistades en la villa y, poco a poco, se pasaría a toda clases de mercancías".
También se dice que ésta era la época escogida entre los labradores para contraer matrimonio, fundándolo en que, "entre ajuares, dotes, hijuelas, resultarían las compras más animadas y los comerciantes se animarían también a cambiar el nombre del mercado por el más animado de feria.
Dice Encinas que la Plaza y la Calle Santa Ana eran "el ferial de las exquisitas frutas de nuestra Ribera. El largo kilómetro que hay desde las afueras de la villa hasta la ermita se cubría por ambos lados del ancho camino de casetas y puestos ordenados , encontrándose allí los exquisitos buñuelos, el anisete y tostadillo, la alfarería de la villa, de Peralejos y Olmedo, zapateros de Lumbrales y Villavieja; los caldereros de Tamames, con su repertorio de esquilas, cencerros y zumbos; más arriba, los comerciantes de tejidos y sayaleros; y como coronando el ferial, todos los soportales y alrededor de la ermita, los plateros"
En cuanto a la ganadería, la explanada de Santa Ana, entonces espaciosa y cómoda, con soportales, arbolado, caños y abrevadero, acogía el ferial de ganado porcino el día 15. Y los días 16 y 17 era el turno de los caballos, asnos y mulos.
En los medios, se levantaban chozos con ramaje que servían como lugar de descanso y refresco. Por los alrededores se situaban las tiendas de guarnicioneros, albarderos, boteros y vendedores de alforjas.
El ferial de la Fuente del Obispo acogía el ganado vacuno. Contaba con tres fuentes de agua fresca y tres excelentes abrevaderos. Su capacidad llegaba holgadamente a acoger ocho o diez mil cabezas.
Por lo tanto eran días de fiesta para el mercado de ganado y para no restar importancia a estos días propios de feria, se posponía la celebración de la patrona de la villa, La Virgen del Socorro, al último Domingo del mes de Agosto. Previamente se celebraba la novena.
Por diversas razones las autoridades e industriales acordaron aunar las ferias y fiestas durante los mismos días. Por eso la fiesta de la Virgen del Socorro pasó a celebrarse el día 15, día de la Asunción de María a los Cielos, y así, además de honrar a la Patrona, unirse a la Iglesia en la celebración del triunfo definitivo de la Madre del Redentor.
El día 5 de Agosto, después de una celebración de la Eucaristía en la ermita, se baja la imagen de la Virgen hasta la Parroquia. La novena es del día 6 al 14, durante nueve días se vive de un modo especial ya que la Virgen está en el centro del pueblo.
El día 15 se toma a la Virgen para llevarla en procesión a su ermita, después de celebrar la Eucaristía en la Parroquia. La acompañan los mayordomos, la Reina y damas de las Fiestas, mujeres ataviadas con vestidos regionales, mantilla y peineta española.
Los actores principales de las fiestas son los jóvenes, que están presentes en la mayoría de los actos que se organizan.
La juventud recoge poco a poco el testigo que los mayores ceden.
Durante la Fiestas de Nuestra Señora del Socorro, las calles vitigudinenses rebosan de esplendor con su ornato de luz y banderas. Vitigudino se viste de galas para recibir a miles de visitantes de cualquier rincón de España, atraídos por la devoción, la fiesta, el encuentro.

 

Nuestra Señora de las Nieves es una antigua advocación mariana que se remonta al siglo IV y que está muy extendida en Italia, España, Latinoamérica y Portugal.
El origen se atribuye a la época del papado de Liberio (352 - 366) en el que se relata que un anciano y acaudalado matrimonio de la nobleza patricia de Roma que no había tenido hijos y a los que se atribuía gran caridad hacia los demás, solicitaron de la Virgen María que les señalase qué debían hacer con sus bienes para garantizar el mejor uso cristiano de la herencia. La tradición católica cuenta que la Virgen se manifestó ante ellos y les indicó que, allá donde señalara, se le construyese un templo. Así, en la mañana de un 5 de agosto, amaneció nevado el monte Esquilino de Roma, lo que, como hecho extraordinario, el matrimonio interpretó voluntad de la Virgen y así lo hizo saber al Papa. Otras versiones afirman que la Virgen se apareció en sueños a los esposos y al Papa y les anunció la nieve de agosto.
La obra se concluyo un año después, con la financiación de la familia patricia y el apoyo eclesiástico. La iglesia desapareció no mucho tiempo después, y se reconstruyó por el Papa Sixto III alrededor del año 434, siendo en la actualidad la Basílica de Santa María la Mayor.
La devoción a Nuestra Señora de las Nieves quedó reducida a Roma y su periferia, al menos hasta los inicios del año 1000. La primera obra artística de la que se tiene constancia que representó el milagro se atribuye a un discípulo de Giotto que se conserva en la Basílica actual.

Se celebra en Majuges, el 5 de agosto.

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